sábado, 29 de agosto de 2009

DON GATO Y SU PANDILLA

DON GATO Y SU PANDILLA
Por Jorge Hardmeier


Un diario íntimo. 5 de abril de 1997
Allen Ginsberg murió esta mañana, en paz, sin dolor. Tenía razón. Cuando los médicos dijeron dos – cuatro meses, él dijo: “Creo que menos”
29 de abril: En este instante, 5.04 PM experimento un vívido sentimiento. La presencia de Allen. Afuera, entre las hojas. Lo veo con claridad. Está tocando en un instrumento desconocido una especie de balada cowboy.
“¿Estás consciente, Allen?”
“Sí, pero apenas”
Fría y breve respiración.
“Entra, por favor, Allen… triste y vacío aquí. ¿Qué hay allí, Allen?”
“Tu nunca amaste a nadie salvo a tus gatos, tu Ruski y Spooner y Calico… “
Allen murió el 5 de abril, 1997.

El que escribió estas palabras en su diario, el que experimentó una viva presencia de su amigo muerto y amaba a los gatos pues no están atrapados, como los humanos, en las telarañas virósicas del Poder es William Burroughs. Su cuerpo perdió vida poco tiempo después, el 2 de agosto de 1997.

Ese diario íntimo es un registro de los últimos años de vida terrestre de Burroughs. Años transcurridos en una cabaña de Kansas. Rosales en el porche. Un letrero en la puerta: Hay gatos en el interior de la vivienda, en caso de emergencia deben ser salva-dos. Desayuno frugal y metadona. Tragos. Una ronda por los alrededores de la casa pis-tola a la cintura. Más tragos hasta la cena con amigos, temprano. A las nueve de la no-che, a la cama.

La gracia me llegó en forma de gato.

Se habían conocido, Burroughs y Ginsberg, en 1946. Universidad de Columbia. Tam-bién andaba por allí Jack Kerouac. La santísima trinidad de lo que luego se conocería como el grupo beat. Beatíficos castigados que buscaban el ritmo, el pulso. Aullidos en el camino. Burroughs fue el gran maestre de la masonería beat. Levantaba el dedo y el grupo acudía ante él. Remitirse a “En el camino” de Kerouac.

México. Década del cincuenta. Para huir se debe buscar. Burroughs proyecta escapar del mecanismo de control de las drogas y parte en pos de la Banisteriopsis Caape. Pro-blemas en el desarrollo del juego Guillermo Tell junto a su esposa Joan. La bala dispa-rada por la Star del 38 manipulada por Burroughs, eximio tirador, se aloja entre ceja y ceja de la mujer. Un error de cálculo. Aún no se ha determinado qué llevaba sobre su cabeza Joan, de no ser ese objeto una manzana, como en el mito: ¿un vaso?, ¿una lata?, ¿el hijo de ambos? Nada, tal vez.

Me vi forzado a extraer la espantosa conclusión de que nunca me habría convertido en escritor de no ser por la muerte de Joan, y a comprender la magnitud hasta la cual tal evento ha motivado y formulado mis escritos. Vivo con la constante amenaza de la po-sesión, y una constante necesidad de escapar de la posesión, del Control. Entonces la muerte de Joan me puso en contacto con el invasor, el Espíritu Feo, y me llevó a una vida de lucha en la que no tuve otra elección que abrirme camino escribiendo.

En 1993, el amante de los gatos es invitado a formar parte de la Academy and Institute of Arts and Letters. Veinte años atrás decían que mi único lugar era la cárcel y ahora me dicen que pertenezco a su club. No los escuché entonces, no voy a escucharlos aho-ra, puntualizó Williams Burroughs y se dispuso a grabar unos temas con Sonic Youth y John Cale. Escuchar “Dead city Radio”: la voz metálica, extraterrena de William Bu-rrouhgs.

Una especie de agente secreto extraterrestre a la espera de que sus órdenes fueran con-venientemente decodificadas. No hay gatos policías.

Gracias por el pavo salvaje y las palomas pasajeras destinadas a convertirse en mierda en las sanas tripas americanas. Gracias por un continente para saquear y envenenar.

Yo no tengo problemas con las drogas, tengo problemas con la policía, o algo por el estilo dijo Keith Richard. El autor de “El almuerzo desnudo”, Burroughs, tenía proble-mas con la policía planetaria, el Sistema de Control. Sociedad disciplinaria. Largo ca-mino el de las drogas. Para huir se debe buscar. Huir de la heroína, de las drogas del control. Buscar: Banisteriopsis Caape, ayahuasca. La droga como un sistema de control, el modelo de los sistemas de control que entregan al hombre al poder policíaco - hospi-talario. El poder no combate el “flagelo de la droga”: lo utiliza para generar dependen-cia y, por lo tanto mayor control. Ciertas drogas adictivas esclavizan y entregan al sujeto al sistema policíaco de salud de la Sociedad de Control, otras matan para que los agen-tes policiales no deban accionar sus gatillos: es sabido, salvo que sea imprescindible se debe evitar el derramamiento de sangre.

Para huir hay que buscar: Burroughs proyecta una alternativa a sus adicciones, espe-cialmente la heroína, en la Banisteriopsis Caape, ayahuasca, yagé, planta alucinógena utilizada por los indios amazónicos y sus chamanes. Buscar Otro para huir de Eso.

Ayahuasca es un preparado vegetal, “una planta psicointegradora". Algunos la llaman "planta maestra" porque, entre otras cosas, habría formado parte de la dieta de los pri-meros homínidos, disparando la consciencia y el lenguaje humanos. En la actualidad, estas plantas siguen rodeadas por un aura de "fruto prohibido". Por un lado, las legisla-ciones del Poder -acostumbradas a ignorar tradiciones y hábitos culturales de las mino-rías- las consideran drogas alucinógenas. Más allá de que nada debe estar prohibido, existe un consenso de que no son sustancias que propicien la adicción y cuyo consumo se encontraría más relacionado con la búsqueda de la salud o de "la verdad": su ingesta se propone como un viaje interior, un puente al autoconocimiento y el despertar de la conciencia.

El virus del poder se manifiesta a sí mismo de muchas maneras. En la construcción de armas nucleares, en prácticamente todos los sistemas existentes que procuran anular la libertad interior, es decir, controlarla. Se manifiesta en la extrema sordidez de la vida diaria en los países occidentales. Se manifiesta en la fealdad y la vulgaridad que vemos en las personas y se manifiesta, por supuesto, en las enfermedades causadas por el vi-rus. Por otra parte, los que resisten están en todas partes, pertenecen a todas las razas y naciones.

“Cartas del yagé” es una recopilación de la correspondencia entre Allen Ginsberg y Wi-lliam Burroughs referida a sus experiencias con la ayahuasca. Frente a mí, una sobria y bella edición: Ediciones Signos. Buenos Aires. 1971.

Gracias por los indios, que proporcionaron un módico peligro y desafío, gracias por las vastas manadas de bisontes para matar y desollar y dejar pudrir.

Ya luego de estas cartas pero antes del diario íntimo. Fines de los años cincuenta: el pintor Brion Gysin corta una tela con vistas a montarla en un bastidor. Presiona la nava-ja más de la cuenta. El hueco generado en la tela configura una ventana que deja leer las noticias de los diarios que protegían la mesa sobre la cual trabajaba. Una noticia nueva ya vieja. Noticias de ayer. El pintor compartía esa pieza de pensión de la Rue Git – le coeur con Burroughs. Se había inventado el sistema cut – up. La primera reacción del amante de los gatos: Cualquiera que tenga un par de tijeras puede ser poeta.

Los módicos peligros que genera la Sociedad Planetaria de Control: indios, narcotráfico, terrorismo.

Su figura era tan tenue que su presencia en la habitación era incierta.

El método cut – up como preanuncio del detourment de Guy Debord (tomar elementos estéticos pre existentes y utilizarlos en un nuevo contexto para la producción de uno nuevo: dichos elementos pueden y deben modificar su sentido), el zapping, el video clip y el cortar y pegar del Word.

Gracias por un sueño americano para poder vulgarizar y falsificar hasta que la mentira desnuda brille al trasluz. Gracias por el Ku-Klux-Klan y los sheriffs que hacen una muesca en sus armas por cada negro muerto.

“Cartas del yagé”, esa búsqueda para huir de aquello, finaliza con un texto de Burrouhgs utilizando la técnica cut – up: Pájaros devoradores de cerebros patrullan las ondas encefálicas de baja frecuencia…

Para huir se debe buscar.

¿Cómo se pueden estudiar esos fenómenos si se nos prohíbe escribir o pensar sobre ellos? (…) Es un fenómeno totalmente desconocido y la ignorancia se la debemos a la prohibición de escribir e investigar.

El libro de Burroughs “El almuerzo desnudo” sufre un juicio por obscenidad. Declara Ginsberg: El libro menciona muchas veces, también, la adicción al poder y al control de las personas y sobre todo, el control sexual (…) Están los Fácticos, que están en contra del estado de control y represión del futuro. Son los que adoptan una posición más decididamente anti – Estado. Burroughs mismo se considera Fáctico y es de los más radicales.

Gracias por los stickers Mate un puto en nombre de Cristo.

En su libro “El puente de la selva” el invisible escritor B. Traven narra la desaparición de un niño en el río. La tribu indígena con la cual el protagonista convive busca deses-peradamente el cuerpo de ese niño. Utilizando ciertos poderes, finalmente, hallan el cuerpo, ya muerto, en el fondo del río. Yagé.

En Sudamérica, en la cabecera del Amazonas, crece una planta llamada yagé que su-puestamente aumenta la capacidad telepática.

En busca del yagé, ayahuasca: planta a la que se le otorgan virtudes de agudización de los sentidos y de los poderes telepáticos y que los curanderos indios utilizaban para hallar objetos o personas perdidas.

Me utilizo a mí mismo como punto referencial con el que medir tendencias presentes y futuras. No es megalomanía. Soy, simplemente, el único artefacto de medición del que dispongo.

Poder rizomático, Sistema Planetario de Control que se expande como un virus. Es un virus. El mismo lenguaje un virus que ha infectado a los seres humanos para ser someti-dos.

¿Viene conmigo, Mister?... “Están clavando los clavos de mi ataúd”

En “Cartas del yagé” William Burroughs narra su búsqueda de la ayahuasca en ciertos lugares de la selva amazónica. La correspondencia se inicia el 15 de enero de 1953. Pa-namá. Tres instantáneas de recuerdo de la ciudad de Panamá. ¿Viene conmigo Mister? El atardecer sobre las carnes desnudas del muchacho. ¿Me estoy muriendo Mister?

Ayahuasca es el nombre quechua de una enredadera que según los indios shipibo signi-fica “La soga del ahorcado”. También es llamada “Enredadera del alma”. Los indios hacen con ella una decocción utilizando el tallo machacado y agregándole hojas de “Chacruna”. Estos dos vegetales se hierven durante un día. Los indígenas conocen el efecto psicoactivo de la ayahuasca desde tres mil años antes de Cristo.

Para huir hay que buscar. Universidad de Bogotá. El amante de los gatos se entrevista con un tal doctor Schindler. Una muestra seca de la planta trepadora: Conseguí colores, pero no visiones, narra su experiencia el doctor.

La primera vez que la ayahuasca hace su efecto siempre va acompañada de vómitos y diarreas: los chamanes llaman a esto “descargar”. Suponen que la planta se encuentra, en el interior de la persona, con presencias que considera indeseables: una suerte, enton-ces, de liberación.

El Poder Planetario. Afiche del Partido Conservador: llama a los ciudadanos a cooperar con la policía y los militares. Es vuestro deber abandonar la guerrilla, trabajar, saber cuál es vuestro lugar y escuchar al cura. ¡Qué mentiras tan viejas! Como si trataran de vender el puente de Brooklyn.

No hay nada que temer. Vaya adelante. Mire. Escuche. Oiga. ¿Tu conciencia ayahuas-ca es más válida que la “conciencia normal?” ¿La conciencia normal de quién? ¿Para que volver a ella?

Para huir hay que buscar.

Pasto, Colombia. El poder y el sistema de control anidan en todas partes. La búsqueda de la planta maestra y de muchachos se complica. Burroughs escribe a Ginsberg: Estoy en camino de regreso a Bogotá sin haber logrado nada. He sido estafado por brujos (el más incurable borracho, haragán y mentiroso de la aldea es invariablemente el médi-co) encarcelado, engañado por el vivillo local (yo creía que me estaba conquistando el culo de un ingenuo provincianito, pero el chico se había acostado ya con seis petrole-ros norteamericanos, un botánico suizo, un etnógrafo holandés, un padre capuchino conocido en el lugar como “La madre superiora”, un trotskista boliviano fugitivo y lo habían cojido en conjunto la Comisión del Cacao y el Punto Cuatro)

Puerto Limón. Un indio consigue una planta de yagé para Burroughs. No quiere prepa-rarlo: eso es monopolio del brujo. Poder. Ya frente al brujo, el amante de los gatos le regala medio litro de aguardiente y se queda con la mitad de la planta. Medio litro de infusión. Efecto escaso. Esa noche tuve un sueño muy vivido en colores de la selva ver-de y la roja puesta del sol que había visto a la tarde. Una ciudad que era una mezcla que me era familiar pero que no podía localizar. Cuando se toma yagé se ve una ciu-dad. En parte era Nueva York, en parte México y en parte Lima, ciudad ésta que para ese entonces no había visto.

Nada es verdad, todo está permitido. ESCUCHAD MIS ÚLTIMAS PALABRAS TODOS LOS MUNDOS. ESCUCHAD TODOS VOSOTROS JUNTAS SINDICATOS Y GO-BIERNOS DE LA TIERRA. Y VOSOTROS PODERES DEL PODER.

De Bogotá a Macoa. Finca de un agradable alemán. Diez kilos de ayahuasca para el amante de los gatos. Cita con el brujo local.

¿QUÉ OS HA ASUSTADO HACIENDO QUE ENTREÍS EN EL TIEMPO? ¿EN EL CUERPO? ¿EN LA MIERDA? OS LO DIRÉ. LA PALABRA, VUESTRA PALABRA. VUESTRO PRINCIPIO FUE LA PALABRA. ASUSTÓ A VOSOTROS TODOS Y OS HIZO ENTRAR EN LA MIERDA PARA SIEMPRE

El lenguaje es un virus. Cortar y pegar. En el comienzo fue el verbo. Para huir hay que buscar. Contagio.

Gracias por el SIDA de laboratorio. Gracias por la ley Seca y la guerra contra las dro-gas.

Líquido oleoso y fosforescente. Un trago. No es bastante, necesito más. Vértigo y náu-seas. Luces azules. Capas de algodón. Larvas. Vómitos. Depuración.

En el Putumayo los indios cortan la planta en trozos de veinte centímetros y usan unos cinco trozos por persona. Los trozos son machacados con una piedra y hervidos con un puñado doble de hojas de otra planta, (…) y se deja hervir la mezcla todo el día con una pequeña cantidad de agua hasta que el líquido quede reducido a unos sesenta gra-mos. El amante de los gatos decide probar el yagé con otro método de preparación, el utilizado por los indios de Vaupés: Con el indio empezamos a raspar la corteza con los machetes (…) El brujo de Macoa me dijo que si una mujer es testigo de la preparación, el yagé se echa a perder en seguida y quien lo bebe se envenena o por lo menos se vuel-ve loco. La vieja historia de las mujeres impuras y en ciertas circunstancias, venenosas (…) La infusión en agua fría es de un color rojo claro. Esa noche bebí un litro de la infusión en el lapso de una hora. A excepción de las luces azules y de unas ligeras náu-seas que no llegaron al vómito, el efecto fue semejante al de la marihuana. Una vívida imaginería mental, efectos afrodisíacos, bobería y risas.

TODOS FUERA DEL TIEMPO Y EL ESPACIO.

Para huir hay que buscar. Burroughs no está conforme con sus experiencias con el yagé y se traslada a la selva peruana. Ardua búsqueda de muchachos.

La homosexualidad es una potencialidad humana.

1960. Escribe Allen Ginsberg. Burroughs recibe esa correspondencia. Allen busca el gran ser como busca reciclarse en heterosexual. Pucallpa, Perú. Toma ayahuasca: empe-cé a ver o sentir lo que me pareció el Gran Ser o algún sentido de Eso, que se aproxi-maba a mi mente con una gran vagina húmeda. Otra toma: elevación. Todo el Cosmos enloquece. La presencia de la Muerte.

NADIE QUE ESTÉ CUERDO PODRÍA CONFIAR EN “EL UNIVERSO”

Me sentía como una serpiente vomitando el universo o un jíbaro con tocado de colmi-llos que vomitara al comprender el Asesinato del Universo.

Vomitar. Desembarazarse de la posesión. La posesión es la amenaza. La posesión del control.

No quería buscar refugio rechazándolo como una ilusión porque era demasiado real y familiar, en especial como ensayo del Último Minuto de la Muerte.

Una especie de balada cowboy. Entra amigo, ven. ¿Estás consciente? Entra, está frío y triste y vacío aquí. Para huir hay que buscar. El gato ha partido.

Me fui a casa a la luz de la luna con el gordo Ramón, quien dijo cuanto más uno se satura con ayahuasca más hondo se llega, se visita la luna, se ve a los muertos, a Dios, se ve a los Espíritus de los Árboles, etc.

Un recuerdo de la muerte. Entra. No hay nada que temer. El toldo se agita. Panamá. La putrefacción de la muerte. Para huir hay que buscar. Toma las cartas. Sal del espacio, del tiempo, de la palabra. Londres, 1960. Corta el papel a lo largo de las líneas. Vuélve-la a armar colocando la sección uno junto a la sección tres y la sección dos junto a la cuatro. Léela entonces en voz alta y oirás mi voz. ¿La voz de quién?

Gracias por una nación de buchones.

Hablar es mentir y vivir es colaborar. Huir de la posesión. Control. Para buscar hay que huir.

Yo no puedo elegir sino oír. No pienses sobre ello. No teorices. Ensaya. Haz lo mismo con tus poemas. Con cualquier poema cualquier prosa. Ensáyalo. Quieres “ayuda”. Aquí está. Recoge de allí.

La escritura silenciosa la escritura del espacio. Entra. Amo a los gatos. Está vacío. Entra amigo, el gato se ha ido.

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